miércoles, 6 de abril de 2011

Desde la circular del 28 de mayo de 2010, no se podía vislumbrar lo que la Arquidiócesis de Popayán, tenía entre manos: exigirle a los artesanos del mármol cumplir con unas normas para la elaboración de las lápidas, sin fotografías, ni imágenes, ni colores, recortando su capacidad artística, preparando el camino para la competencia desleal, porque los primeros en incumplirla han sido los de la Arquidiócesis.

Es desleal que una empresa como la Arquidiócesis de Popayán monte una fábrica, exentos de impuestos y requisitos como un brazo mas de los negocios que tiene en su inventario, cuando los casi 10 artesanos del mármol, deben pagar arrendamientos, impuestos, servicios y han vivido toda una vida de este arte, junto con sus familias; generando empleos directos e indirectos que se aproximan a unas 100 personas, que serán damnificadas por este nuevo competidor, entre artesanos, proveedores, vendedores, mensajeros, sus familias, etc.

La Arquidiócesis, a través de su asesor jurídico emplazó a los ARTESANOS diciéndoles: “Por ultimo, las advertencias de acudir a otras vías publicas y privadas como los medios de comunicación, de materializarse podrían constituir conductas delictivas como injuria o calumnia, que en su momento seria analizadas y frente a las cuales se tomaría medidas pertinentes”.

Si bien es cierto que una lápida en mármol tiene un costo promedio de $100.000 y las que esta elaborando la Arquidiócesis en porcelanato un costo promedio de $60.000, la diferencia radica en que la segunda no es reutilizable o sea que cumplida la misión se desecha, mientras que las de mármol son recicladas por los artesanos y desde ellas se elaboraban los osarios para la nueva bóveda.

Anotando que la administración del cementerio central, quienes no atienden en horas de oficina porque permanece cerrada, inducen al doliente a la negociación de las placas de segunda y hacen canjes para la placa del osario, anulando así nuestra capacidad de negociación directa con el doliente, con su deslealtad han minado nuestro trabajo.

Cuando la persona organiza las honras fúnebres le dicen que es urgente marcar la lapida y que por eso se le suministra desde la administración la de porcelanato. Si desde la antigüedad hemos llegado al sitio donde depositamos a nuestros difuntos con el numero de la lapida, o será a caso que después de los años, alguien se perdió en medio del laberinto de bóvedas?

Es nuestro derecho comentarle a la opinión pública nuestras angustias y desalientos, hemos vivido toda una vida de este arte, que haremos cuando nos desplacen, en una ciudad donde las oportunidades laborales son tan pocas, las fuentes de empleo escasas y el derecho al trabajo de los artesanos del mármol vulnerado por una empresa tan rica como la Arquidiócesis, al decidir industrializar el negocio de las lapidas?

MARMOLEROS DE POPAYAN

Popayán ABRIL 2011

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