viernes, 29 de abril de 2011

Desde la democracia
El buen funcionamiento de una democracia, de los poderes que la rigen y de sus instituciones no depende únicamente de su estructura legal y organizativa; también depende de los individuos que, desde los poderes, instituciones y la ciudadanía tienen la capacidad de convertirla en realidad o simple ficción.
La confianza
El buen funcionamiento de una democracia se basa en la confianza de la ciudadanía en que se respetan y hacen cumplir tanto los derechos como los deberes; en que los poderes, representantes e instituciones hacen honor a su palabra, a sus compromisos con la ciudadanía y a los principios que los rigen conforme a la ley.
¿Qué ocurre cuando esto se pone en duda por los comportamientos incorrectos de cualquiera de ellos? Que el ciudadano que así lo percibe piensa más en sus propios intereses que en el bien común y actua en consecuencia, no como un ciudadano, sino como un simple individuo que pone sus intereses personales por encima de los de toda la sociedad.
Recuperar la confianza
Una sociedad democrática que ha caído mayoritariamente en el pozo del individualismo solo tiene ante si dos caminos: la decadencia o la restauración de la confianza.
Mirando al suelo que pisamos y mas alla…
¿Cuál crees que es la situación actual de tu país, del mundo…? Como ciudadano… ¿Qué crees que puedes y debes hacer?
Cada cual tendrá sin duda su percepción, su opinión. La mía particular es que, como ciudadanos, debemos dar un toque de atención a los poderes públicos de todos los estados en la medida que sea necesario para que retomen el camino correcto y recuperen con ello nuestra confianza.
La red, si hacemos uso correcto de ella, tal vez facilite el nacimiento de una conciencia ciudadana global que, como ciudadanos, nos permita afrontar la globalización de los poderes que nos gobiernan y garantizar que conservemos su control. Compartir información y unir fuerzas buscando más la efectividad que el protagonismo es sin duda el camino correcto.
La creación de una conciencia global es el primer paso, pero nuestra voz debe tener una expresión más tangible, algo que no se pueda ignorar. Creo que es necesario dotar a nuestra voz colectiva de presencia física manifestándonos en los momentos críticos, de modo pacífico, sin signos políticos o partidarios. Los domingos son el momento más adecuado para poder manifestarnos sin afectar al buen funcionamiento de instituciones, empresas, …
Espero que esta reflexión personal os sea útil, con ese propósito la expreso aquí y ahora.

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