miércoles, 20 de abril de 2011


Adaptación del Discurso de Martin Luther King Jr. Por Gina Escheback, A nuestra realidad Colombiana.

Yo tengo un sueño que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales.

Yo tengo un sueño que un día en las Peñas coloradas del Caguan los hijos de los ex secuestrados y los hijos de los ex guerrilleros serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.

Yo tengo un sueño que un día incluso el departamento del Chocó, una departamento desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.

Yo tengo un sueño que mis dos hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel, por sus pensamientos e ideales, por su orientación sexual, o condición económica sino por el contenido de su carácter.

¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día, allá en La Capital , con sus racistas despiadados, con gobernadores cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y la anulación; un día allí mismo en Bogotá pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas.

¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carne la verá al unísono.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza.

Con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres.

Este será el día, este será el día en que todos los niños de Dios serán capaces de cantar con un nuevo significado: "Mi país, dulce tierra de libertad, sobre ti canto. Tierra donde mis padres murieron, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera, dejen resonar la libertad". Y si Colombia va a convertirse en una gran nación, esto debe convertirse en realidad.

Entonces dejen resonar la libertad desde las prodigiosas cumbres de nuestra cordillera occidental. Dejen resonar la libertad desde las grandes montañas del Cauca. Dejen resonar la libertad desde las sierras de Antioquia! Dejen resonar la libertad desde los picos nevados de Santa Marta y nevado del Ruiz. Dejen resonar la libertad desde los curvados picos de Santander . Dejen resonar la libertad desde las montañas de piedra de Nariño. Dejen resonar la libertad de la montaña del Perijá. Dejen resonar la libertad desde cada valle , desde el Atlántico hasta el Pacifico , desde la Guajira hasta el Amazonas, desde las Sabana, desde los llanos, desde cada ladera, dejen resonar la libertad!

Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada departamento y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, ricos y pobres, citadinos y campesinos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo espiritual negro: "¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!"

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