viernes, 11 de noviembre de 2011

En los últimos tiempos se ha hecho visible por sus repercusiones económicas una crisis global que va mucho más allá de lo económico. Es una crisis ética, económica, laboral, alimentaria, energética… que ha tenido y tiene múltiples efectos sobre toda la sociedad. Sus efectos no se han hecho esperar, las reacciones ciudadanas tampoco.



Llevaba décadas gestándose, se veía venir... ¿Por qué nos sorprendemos ante las reacciones ciudadanas que sus consecuencias provocan? Quizás deberíamos preguntarnos en que estábamos pensando como ciudadanos, representantes políticos, organizaciones económicas o instituciones que sirven de referente moral, mientras se gestaba ante nuestras propias narices…, como consecuencia de nuestros propios actos y decisiones, tanto individuales como sociales.
La sociedad, ese gigante dormido, ha despertado de su letargo en muchos países y nos pide cuentas a cada cual en su papel, como individuos o grupos de decisión. Hace autocrítica, pero también exige a su clase dirigente, responsabilidades por sus decisiones y actos. Espera cambios perceptibles, no en un papel, en su vida cotidiana.
Desde los poderes establecidos se ha pretendido quitar hierro a la situación en que ellos mismos nos han sumergido diciendo que esta, como toda crisis, es no solo un bache, sino también una OPORTUNIDAD.
Tal vez con ello se refieren a que, a río revuelto plagado de cadáveres sociales, ganancia de buitres económicos y políticos a costa de una sociedad postrada e inerme, asustada por sus pérdidas, acosada por el miedo al futuro, desolada por la sensación de impotencia creada por la indefensión ante los poderes públicos que la “representan” y los podres privados que la presionan, engañada por la falsa imagen informativa que han creado y crean los medios informativos al servicio de los poderes públicos y privados que nos gobiernan.
Reacción ciudadana
La sociedad ha pasado y pasa, como tantas veces a lo largo de la historia, por momentos de tranquilidad, eufórica, rebelión, sometimiento, indiferencia...
La reacción de la juventud de los países árabes, que nació como una tímida primavera de conciencia social, se ha extendido poco a poco por medio mundo. Allá donde encontró o encuentra oposición tibia a sus muestras de pacífica indignación, dio y da lugar a cambios igualmente pacíficos; donde encontró u encuentra represión como respuesta, originó y origina reacciones más airadas que, en ocasiones, llegaron y llegan a la violencia social o incluso la guerra... ¿Qué nos deparará el futuro?
Todos conocemos en mayor o menor profundidad la evolución de las respuestas de la población de los países árabes como Túnez, Egipto, Libia, Siria y tantos otros pero...¿Qué ocurre en Europa o Estados Unidos de América?¿Qué ocurre en el resto de los países del mundo..?
La respuesta de las sociedades ha sido dispar; cada sociedad ha reaccionado según sus propias circunstancias y las de su entono, conforme a su papel en la sociedad global, pero ha habido un denominador común:
Las muestras de indignación contra sus gobernantes y el nacimiento, en el caldo de cultivo de la reflexión en el ágora pública, de una nueva conciencia de sí mismas, de la necesidad de los ciudadanos que las conforman de tomar decisiones y realizar acciones para convertirse en protagonistas activos de su propia historia.
La crisis económica, la burbuja inmobiliaria, el estancamiento son conceptos abstractos; la bajada o congelación de salarios y pensiones, los desahucios y el paro son algo mucho más cercano, palpable que nos golpea con dureza…:
“Mi sueldo no sube mientras suben los precios, me quedo en paro, no puedo pagar mi hipoteca, pierdo mi casa… Mi familia y yo estamos en la calle, no tenemos que comer, no encuentro trabajo… ¿A que suena mucho más personal dicho en primera persona? Y el tiempo corre… Suben la edad de jubilación, se requieren más años de cotización, con el paso del tiempo si ya tenía una cierta edad se hace cada vez más difícil encontrar nuevo trabajo y hay menos posibilidades de que sea estable…(como si alguna vez lo hubiese sido para mucha de la juventud, incluso titulados universitarios), el derecho a paro se acaba… (¿Se acabaran también las prestaciones sociales?)”.
En España
En España, por poner un ejemplo, se han producido y producen reacciones de indignación entre la población joven o de mediana edad principalmente, pero también en otros grupos de edad (los viejos luchadores resurgen desde su tranquilo retiro para pelear por si mismos y por sus hijos y nietos), particularmente entre aquellos que en estos momentos sufren un paro desbocado y sin claras espectativas de trabajo estable en el corto e incluso quizás el medio plazo.
Con las protestas públicas pretenden dar un voto de castigo a los responsables del desmán económico y político, pero también buscar una regeneración social, económica y política mediante propuestas y acciones concretas.
¿Qué forma han tomado estas reacciones? La reacción ante la situación que viven se ha organizado y organiza en torno a movimientos como ¡Democracia Real Ya!", "¡Toma la calle!”, “Malestar” y muchos otros, que han unido sus fuerzas y dado consistencia a la reacción social que solo esperaba una chispa y un canal para expresarse.
Lo que parecía hecho puntual en el momento de las manifestaciones del 15 de Mayo de 2011, ha derivado en algo más permanente que no preveían ni siquiera sus organizadores: La ocupación continuada (varios meses) de espacio público por ciudadanos indignados, acampados en tiendas de campaña, refugiados de las inclemencias del tiempo bajo lonas, cenadores…
Lo que empezó como una simple búsqueda de continuidad de la protesta derivó en una actividad organizada por comisiones especializadas en cada tarea del proceso (Asamblea, Acción, Comunicación, Legal, Infraestructuras,Seguridad,… ).
Cada parte de los procesos de construcción y mantenimiento del campamento y sus habitantes, cada proceso de recogida y elaboración de informaciones y propuestas ciudadanas, cada proceso de toma de decisiones estaba planificado. Cada acampada era una comunidad que se gestionaba a sí misma y se sostenía con los aportes de sus participantes y de los ciudadanos que aportaban, en préstamo o como donación, materiales de construcción, recursos fungibles, alimentos, …. Palés, lonas, generadores, cocinas, mástiles, cuerdas, una barra de pan, un termo de café, cada aporte era un ladrillo del muro de la resistencia…
Cada plaza tomada recibía el nombre Plz 15 de Mayo. La intención era y es dejar huella. La intención era y es persistir, hacer saber a poderes públicos y privados que los ciudadanos habían despertado y estaban controlando sus actos, que no bajarían de nuevo la guardia, ya no volverían a estar sin supervisión. Los ciudadanos permanecían, permanecen y permanecerán vigilantes, en persona y no solo a través de mecanismos de control de los propios poderes.
A través de las redes sociales, los canales de vídeo y los blogs principalmente, se ha difundido el mensaje de protesta que ha terminado por trascender a los medios de comunicación tradicionales, a la calle, a toda la ciudadanía. Las propuestas se han visto acompañadas de protestas y acciones para presionar a los distintos poderes públicos y privados.
Esta reacción ha cruzado las barreras entre el mundo digital virtual y el real, ha tomado cuerpo en acciones formativas e informativas de diversos tipos, con intención de dar a conocer sus reivindicaciones y propuestas, provocando reacciones de adhesión o rechazo en todas las capas de la población, en todas las instituciones y organizaciones con poder e influencia.
Con el tiempo, de modo escalonado estas actividades en la calle se han reducido y la ocupación del espacio público ya no es permanente, pero continua de modo permanente en la red y se muestra públicamente en forma de manifestaciones ante sedes legislativas y gubernativas, instituciones y bancos… Ataca los problemas inmediatos mediante bloqueo de desahucios, ocupación de inmuebles, acciones de gran efecto visual y mediático…
“No tenemos prisa porque vamos lejos…”, “Si no nos dejais soñar, no os dejaremos dormir…”, “No nos representan”, “No es una crisis, es una estafa”,“No hay pan para tanto chorizo…”, “Yes, we camp”, “Pienso, luego estorbo”, “No somos antisistema, el sistema es antinosotros”… Miles de frases distintas han llenado las calles, las aceras, los carteles, las pancartas…
Los efecto sobre el discurrir de la vida cotidiana de los poderes y los ciudadanos son mensurables, no dejan ni dejaran que olvidemos que ellos son la voz del 99% de la población que normalmente permanece en silencio, que no están dispuestos a permanecer pasivos y en silencio ante las decisiones de los poderes que gobiernan su existencia cotidiana.
Son el efecto acumulativo de la indignación de generaciones que jamás ha alcanzado respuesta efectiva aun cuando a menudo, de modo periódico, se ha pagado con sangre, sudor y lágrimas la factura del intento.

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